PINTO MI RAYA. Víctor Lerma y yo fundamos Pinto mi Raya en 1989 como galería de autor y durante un par de años nos dimos vuelo organizando exposiciones que no cabían en otros espacios. Una de ellas, un 14 de febrero, fue Neo-Cursi: Artistas que realmente saben amar. La única condición para exponer es que uno tuviera una pareja que también fuera artista. Esa exposición incluso logró que se iniciaran varios romances. Otra exposición que organizamos fue Madrecitas: obra de pequeño formato. Fue un 10 de mayo y la convocatoria a participar en esta muestra fue tan abierta, que la hicimos por periódico. Nuestros proyectos siempre han tratado de ser incluyentes.
Esa fue una época divertida porque en la colonia Condesa había varias galerías de autor, como Foco y Los Caprichos y hacíamos proyectos comunes e inauguraciones simultáneas. Pero el gusto como galería no nos duró mucho tiempo. Ya se enterarán de los chismes en internet o en el CD.
El proyecto pronto se convirtió en otra cosa. Nosotros decimos que es una plataforma desde la que lanzamos proyectos de arte conceptual aplicado y producimos proyectos de arte digital.
A veces lo que hacemos ni siquiera parece arte. Pero en verdad eso no importa. Buscábamos, como buenos setenteros, algo más integral, una manera de borrar la raya entre la vida y el arte, aunque eso muchas veces implique pintarla.
Pero además este tipo de preocupaciones tienen raíces por todos lados. Difícilmente somos originales. Ya Kurt Schwitters andaba en esos rollos desde principios del siglo pasado y Joesph Beuys, Joseph Kosuth y Ulises Carrión nunca nos han sido ajenos.
En términos de gráfica digital, a principios de los noventa empezamos haciendo proyectos con tecnología de punta como la carpeta MÍMESIS. En ese momento, tecnología de punta eran las fotocopiadoras a color con funciones de computadora. Invitamos a 25 artistas a participar. Entre el mayor, que era Gunther Gerzso y el más joven, que era César Martínez, había 50 años de diferencia. Sobra decir que en diez años el paisaje tecnológico ha cambiado completamente. Hoy MÍMESIS se ve como si fuera de la prehistoria.
Después seguimos con otros proyectos de gráfica digital, como AQUEROTIPO y EMPA, pero el entusiasmo por la edición de carpetas cedió a otra preocupación: la recuperación de la historia, incluso de la gráfica digital.
Cabe mencionar que ya para entonces estaba bien establecido el otro brazo de Pinto mi Raya, que son los proyectos de arte conceptual aplicado. Ese término lo acuñamos para definir proyectos conceptuales que además de centrarse en la idea, pretenden tener alguna utilidad, tiene que ser funcionales. Y, como siempre decimos, el objetivo de Pinto mi Raya es lubricar el sistema artístico. Detectar sus problemas y proponer soluciones.
Uno de los primeros proyectos que lanzamos en este sentido fue el archivo de Pinto mi Raya. En 1991 nos dimos cuenta que en México se publicaban MUY pocos libros de arte contemporáneo, pero sólo en el DF. había 34 periódicos, muchos de los cuales publicaban crítica y reseñas diariamente. Obviamente nadie podía leer todo, así es que nos dimos a la tarea de reunir este material y editarlo quincenalmente en una compilación que se llama RAYA: CRÍTICA Y DEBATE EN LAS ARTES VISUALES. Hoy el archivo tiene más de 100,000 artículos, y RAYA, la selección de crítica y crónica cerca de 12,000.
Esta labor cotidiana de recortar los periódicos nos ha hecho sensibles a la importancia de la historia. También nos permitió entender la extraña relación que existe entre críticos y artistas, o entre periodistas y artistas.
De ahí han surgido muchas de nuestras piezas, como aquella que se llamó De Crítico, Artista y loco... a la que invitamos a 36 críticos de arte a presentar arte y a que le cedieran por una ocasión sus columnas a los artistas para que ellos escribieran. O un performance muy divertido que se llamó Ruedo/Rueda de Prensa, al que invitamos a los periodistas de la fuente cultural a sentarse en una mesa a contestar las preguntas de un público constituido principalmente por artistas.
A partir de que empezamos el archivo, incluso nuestros proyectos de gráfica digital empezaron a centrarse en la recuperación de su historia, cuestionando con ello las relaciones de poder que existen en el sistema artístico.
Entre 1994 y 97, por ejemplo, organizamos una pieza que se llamó GRÁFICA PERIFÉRICA. El Museo Carrillo Gil nos prestó unas vitrinas afuera de la videosala y durante 17 meses invitamos a distintos artistas que habían trabajado con fotocopia, infografía y otras formas de arte digital, a presentar minúsculas retrospectivas y obra nueva. El objetivo era reunir una breve historia de la gráfica digital en México y hacer un video.
Intuyo que seguiremos haciendo este tipo de proyectos porque nos pudre que vienen curadores o platicamos con artistas jóvenes y siempre creen que, en términos de arte contemporáneo, en México no hubo nada, incluyendo de gráfica digital, antes de los 90’s.
Uno de los nuestros principales objetivos al hacer este sitio Web, fue precisamente contrarrestar un poquito, en la medida de nuestras posibilidades, el problema de invisibilidad de la mayor parte del arte contemporáneo mexicano.
LA PALA. En 1998, se nos presentó la posibilidad de hacer un proyecto para internet con Judith Gómez del Campo y Alejandro Meyer, que en ese momento tenían Mexican Art On-line, uno de los primeros sitios de arte contemporáneo mexicano. Nos cayó como anillo al dedo: por un lado implicaba trabajar un proyecto con lo que en ese momento aún era tecnología de punta y por otro abría la posibilidad de generar textos sobre arte mexicano contemporáneo y trabajar la documentación, la historia y el archivo.
LA PALA es una revista virtual, bilingue, dedicada al arte contemporáneo en México, especialmente a las manifestaciones no-objetuales como performance, instalación y arte digital. Como en otros proyectos, este también se pensó incluyente, tanto en los críticos y artistas que colaboraron escribiendo, como en su visión, ya que abarcamos el trabajo de varias generaciones de artistas y distintos tipos de propuestas artísticas.
Entre nuestros cómplices en ese proyecto están Luz María Sepúlveda, Carlos Blas Galindo, Pilar Villela, Luis Orozco, Ken Lum, Blanca Villeda, José Manuel Springer, Felipe Ehrenberg, Alejandro Acevedo, Mauricio Guerrero, Ambra Polidori, Aurora Noreña, César Espinoza y Maris Bustamante.
En un principio La Pala contó con el apoyo de Compuserve que se encargó del hosteo y del diseño, así como con una beca del Fideicomiso para la Cultura México/EU que nos permitió pagar colaboraciones y traducciones.
En ese momento acariciábamos la ilusa idea de que eventualmente la página se convertiría en un proveedor de contenido y sería autosuficiente. Hasta entramos al portal de TO2, hasta que éste, como tantos otros más, reventó.
En aquellos años, por una serie de circunstancias nunca pudimos presentar La Pala. Sirva esta ocasión para que festejemos con Judith y Alejandro ese primer impulso, para que agarremos aire para una segunda etapa.
Después de que nos borraron de la faz de internet, Víctor y yo nos quedamos con el gusanito de hacer un CD con el material de La Pala. Una vez que empezamos, como suele suceder, el proyecto creció y creció hasta volver al espacio virtual en esta versión mejorada y aumentada de La Pala, además de Pinto mi Raya y el de Memoria Virtual.
Afortunadamente, aunque las expectativas de viabilidad económica en internet se esfumaron en el aire, la tecnología nos alcanzó, se hizo más amistosa y ahora es más fácil tener un sitio de manera autosuficiente.
El sitio y el CD que ahora presentamos están hechos totalmente en casa, aunque no los hicimos Víctor o yo, a quienes nos cuesta muchísimo trabajo mantenernos a flote en esta marejada tecnológica que a diario nos cachetea. La responsable del diseño del sitio es la joven y talentosa artista visual Alejandra Sánchez, quien escuchando pacientemente nuestros caprichos y obsesiones, y afortunadamente proponiendo toda clase de soluciones claras e ingeniosas, se encargó del diseño y de la estructura.
A tratar de estructurar tantísima información, he aprendido a apreciar aún más plataformas en internet como ZoneZero de Pedro Meyer o Artes e Historia México de Manuel Zavala que son infinitamente más grandes y complejas. Por cierto, ahora Manuel Zavala es nuestro amablemente anfitrión en internet y se lo agradecemos de corazón, porque entendemos su apoyo como la complicidad de un colega artista que comparte nuestra obsesión por documentar y difundir la cultura de México.
MEMORIA VIRTUAL. La tercera parte del sitio y el CD es Memoria Virtual. A principios del milenio nos dimos cuenta que nuestro archivo ya tenía suficiente material para empezar hacer peinados sobre ciertos temas.
Ya habíamos hecho un par de recopilaciones de mis propios textos, cuando en 2002 nos invitaron a la Sala de Arte Público Siqueiros a realizar una pieza para la sala de lectura. Propusimos Siquieros a Tres Voces, que consistió en dos recopilaciones, una sobre Siqueiros y otra sobre arte Público y un libro de artista en el que manipulamos textos de Siqueiros digitalmente. Mi orgullo, sin embargo, son los 5 tomos con 1,500 artículos sobre mujeres artistas que presentamos este año en la feria de arte en el WTC.
En 2003 nos invitaron a la Bienal Interactiva 03 y propusimos una pieza virtual que reuniera la hemerografía sobre arte digital y virtual de 91 a la fecha. MEMORIA VIRTUAL me parece una recopilación muy sabrosa porque muestra los tremendos cambios que ha causado la tecnología en todos los campos, incluyendo el artístico.
Lo único que parece que en general no cambia, es que seguimos siendo consumidores de teorías desarrolladas en el extranjero, en contextos completamente diferentes al nuestro. Por eso nos pareció útil reunir este material y ponerlo a la disposición de todos los interesados. A través de internet nos pueden pedir hasta 10 artículos que les enviamos en forma gratuita y todos están incluidos en el CD.
Después de estar varios meses clavados en la realización del sitio web y el cd, me surgieron tres inquietudes.
Por un lado me di cuenta que lo paradójico y contradictorio que es que dos artistas que nos hemos dedicado a realizar trabajo no-objetual, efímero, conceptual, hayamos tomado como eje central de nuestra propuesta el archivo, la historia, esa necesidad de perdurabilidad que nuestra obra niega.
La única justificación que encontramos es que, como buenos ateos nos atrae el sentido de trascendencia del archivo que nos permite la ilusión de sentir que el arte sigue reverberando aún después de la cita que cada uno de nosotros con la pelona. Sin embargo la idea del archivo nos interesa más por lo que puede hacer en el presente, que en el futuro. Es una respuesta a la realidad.
En pocos años, gracias a internet nos hemos instalado en la era del archivo. La mayor parte de lo que guardamos en este ubicuo archivo virtual es chatarra que ni siquiera producimos nosotros. Internet de global, sólo tiene la fama. Y la única manera que podría llegar a ser verdaderamente global es si a nivel local, cada vez somos más los que contribuimos con nuestras historias e ideas.
Esto me lleva a mi segunda observación. El archivo de Pinto mi Raya está a punto de ser obsoleto. El archivote de internet está creciendo tan rápido, que nuestro archivito de Raya va a ser obsoleto en dos patadas. Ahora que la UNAM está digitalizando su hemeroteca, en unos cuantos años tendremos toda esa información a la mano. Entonces el archivo de Pinto mi Raya ya no hará falta y tendremos que inventar nuevos proyectos.
Una buena posibilidad sería desarrollar un proyecto de arte conceptual aplicado para mejorar los archivos oficiales de arte contemporáneo en México.
Hace unos años, preocupados por este mismo problema, realizamos una pieza que se llamó El Balcón del Cenidiap que sirvió para balconear lo que no sucedía en este centro de investigación de arte mexicano del INBA.
Después de una acuciosa investigación, notamos que en LA Biblioteca de las Artes había tan sólo 15 catálogos de instalación y no tenían un sólo video de performance. También averiguamos que en el CENIDIAP no había especialistas en performance o instalación, aunque algunos investigadores trataban el tema tangencialmente. La situación era tan grave que decidimos invitar a una auténtica bruja a hacerles una limpia.
Desde entonces la situación no ha mejorado. Para colmos, en espacios como Ex-Teresa: Arte Actual, cuyo acervo es el archivo documental acumulado de manera accidentada durante la última década, incluso les estorba. Hace tiempo Guillermo Santamarina, su director, declaró que le gustaría enviar el archivo al CENIDIAP. Para mí eso equivale a que al Museo Tamayo le estorbaran los cuadros de su colección.
Hasta ahora, quienes más se han preocupado por crear y conservar esta memoria son agrupaciones independientes como Curare o artistas individuales, como Miguel Ángel Corona, aunque Felipe Ehrenberg por lo pronto prefirió venderle su archivo a la Universidad de Stanford, en donde, por cierto, se presenta el próximo 21 de noviembre junto con la mesa El arte de un neólogo y su archivo.
Y para terminar en un tono que parece alarmista, pero en verdad es bastante objetivo, concluyo afirmando que, si bien el futuro de los archivos de arte en México es incierto, esto quizá es lo menos importante: ante la actitud de un gobierno empeñado en acabar con el arte y medios masivos de comunicación que ignorarlo por completo, con suerte en unos cuantos años el arte mexicano ya no existe y ya no queda nada que archivar.
En fin, mejor archivo mi enojo hasta al rato que se abra la discusión. Gracias.
Mónica Mayer
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