El concepto de curaduría entonces cobra otro sentido, no se trata de colgar o de disponer espacios solamente; se trata de que el curador es productor de medios, en esta caso sumamente costosos, que conjuga la idea de un artista a su vez decodificada hasta el infinito para que el espectador reciba un mensaje x o n. Esto es, que el curador dispuso la no explicación ni cédula previa en cada instalación para que el espectador converse con la instalación. Decíamos que la temática es el tiempo, su transcurrir, su pasmo, su temporalidad en un espacio aleatorio:
Peter Bogers, presenta las instalaciones Paraíso, Retórica y Sacrificio. Una serie monitores que relatan un segundo en su propia vida, donde la respiración o el sonido que produce un niño en ese espacio de tiempo invitan a reflexionar sobre la vida, pero también sobre la muerte; el artista se autofotografía en un tina de baño, por medio de una esfera de cristal, el espectador puede observar como se traga el agua en un acto de muerte o de vida.
Steina Vasulka presenta Borealis, varias pantallas donde se proyectan imágenes del oleaje marino, el espectador transita en un cuarto oscuro y se introduce al espacio diseñado por la artista; la ficción y la realidad se entrecruzan en la mente del observante.
Bert Schutter se apodera de la muestra con Las Bañistas, instalación basada en una pintura de Renoir. La candidez y simpleza de la resolución de la pieza es fascinante: una sala oscura con una pantalla, risas de las bañistas que salen del mar, pero que el espectador apenas puede ver cuando se ocultan entre los árboles debido a un dispositivo de sensores. El espectador se queda con las ganas de mirar más, cosa imposible, pues la tecnología le impone una trampa juguetona.
Bill Spinhoven presenta I/Eye (Yo/ojo). Un close-up de un gran ojo en la pantalla sigue el movimiento del espectador. El diálogo se establece de inmediato pues es una máquina y ejerce el poder de seducción de mirar y, además, reflejar la imagen del visitante. Del mismo artista es la instalación La lógica de la vida: un proyector cinematográfico proyecta al artista intentando volar, la imagen de video explica la cinética del cine, la lógica de dos sistemas de registro de imágenes en la aparente ilógica de su conjunción.
Fiona Tan con Testigo, hace una narración del tiempo: un día, una hora, un minuto, un segundo y un cuadro de 1/24 de segundo. Monitores que pendulan y presentan la imagen de un supuesto piloto accidentado. Idea basada en un accidente que sufre un piloto y que sale disparado. La repetición de las imágenes es impactante. De la misma artista se presenta Atlas del interior, donde el espectador tiene que ponerse una bata blanca que sirve de pantalla para que se proyecten imágenes de órganos humanos.
A.P. Komen, en Comprando Rostros, presenta una serie de rostros de mujeres al borde de un ataque de nervios, a manera de sala de cine, el espectador puede ver o imaginar en cámara acelerada su propio rostro cuando sufre stress.
Por su parte, Zwanikken (único artista que viaja como técnico en la exposición), presenta un universo virtual en Re-Animaciones. Cabezas de animales (pájaros y un venado), se mueven al sentir la presencia humana, la interactividad de la pieza supera con creces cualquier idea de algo parecido para explicar la sensibilidad de un animal ante una extraña presencia.
Kees Aafjes, Pieter Baan Müller, Jaap de Jonge, en sus instalaciones conjugan la idea de dotar de humanidad a la máquina: engañar mediante el ilusionismo del video, mostrar la televisión del futuro mediante esferas de cristal y la proyección de una imagen en una escultura de ficción: The Second, Arte en torno al tiempo, constituye una exposición de avanzada que le tomó a las autoridades del museo casi dos años poder traerla y a los trabajadores tres meses la remodelación del recinto para albergar la costosa e impactante exposición.
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